UN LUGAR PARA SOÑAR

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puesta de sol en la Alhambra

lunes, febrero 12, 2007

Burocracia = incompetencia médica

Me han dado el alta, sí, mi nuevo médico de cabecera ha decidido que en esta última visita me ha visto muy bien y que por tanto me daba el alta médica para que me incorporara a una "vida activa y normal", eso sí, sin dejar de tomar la nueva medicación, y sin dejar de asistir a ninguna de las sesiones semanales de la terapia de grupo ni de la terapia individual con la psicóloga.
Y yo me pregunto, ¿eso es una vida normal?, ¿alguna empresa va a consentir que uno de sus empleados falte sistemáticamente dos mañanas a la semana para acudir a las sesiones con un terapeuta?, ¿alguien con crisis ansiógenas, cogniciones negativistas bloqueantes, bajo estado de ánimo, alta labilidad emocional, descontrol alimentario, alteraciones del sueño, indefensión cognitiva (son los términos que aparecen en los últimos informes de mi psiquiatra, mi psicólogo y el médico de la mutua) puede hacer una vida plena y normal?, ¿alguien puede decir que yo he recobrado mi salud?
Todo esto viene porque el sistema médico de la Seguridad Social cada vez funciona peor y la burocracia de la Seguridad Social es incompetente, tardía e inoperante.
Resulta que el sistema de la Seguridad Social contempla que un enfermo no puede, o no debe, estar más de un año de baja, sea por la situación que sea, y en todo caso, se puede prolongar hasta los 18 meses, momento en el que el enfermo deberá pasar por un tribunal que dictaminará si es apto para trabajar o no. Bien, hasta aquí todo está claro, aunque habría que añadir que las bajas por el mismo motivo, aunque no sean seguidas, si son acumulativas.
Pongámonos en el caso, como es el mío, que el diagnóstico no es acertado en un primer momento y que, además, se medica al paciente con una medicación que, lejos de mejorar el problema, lo acentúa. Digamos también, como ocurrió en mi caso, que el médico de cabecera que te está tratando y con el que tienes total confianza cae enfermo y por su consulta en un periodo de seis meses pasan más de una docena de facultativos que no se preocupan más que de entregarte un parte de baja y como mucho extender alguna receta. Añadamos a todo esto que la burocracia hace que el que ha sido tu psiquiatra en ocasiones anteriores, especialista del centro de salud mental de tu distrito, no te corresponda, pese a que tenga todo tu historial médico, porque para tu centro de salud acaban de designar un especialista, único para todos los pacentes de ese centro, que no dispone de historial previo, y no sólo eso, en cualquier especialidad puede pedirse el cambio de especialista salvo en psiquiatría, que debe ser aprobada por la secretaría general del área de psiquiatría del área 4.
Con todo eso y alguna cosa más tuve yo que enfrentarme durante varios meses, sin tener fuerzas ni ganas de nada. Finalmente, tras seis meses y un montón de escollos salvados, logré que me viera mi antiguo psiquiatra y que ajustara mi medicación.
A todo esto, mi médico de cabecera, por motivos en los que no voy a entrar, es despedido del centro de salud y llega una nueva señorita, la doctora María del Mar Garrido
Picazo, que el primer día, sin conocerme de nada, empieza por faltarme el respeto, insultarme, provocarme una crisis de ansiedad en su consulta y varias cosas más. Como es lógico, yo no me quedo quieta, y, además de pedir el cambio de médico, escribo una reclamación contra esta doctora.
Ironías del destino: no puedo cambiarme de médico de cabecera mientras esté en proceso de baja y sea éste el que esté siguiendo mi proceso (irónico, cuando en los últimos meses lo habían "seguido" un montón de médicos.) Y, no sólo eso, la inspección, una vez recibida la reclamación pide informes a la doctora Garrido de qué es lo que ha sucedido, por lo que las versiones son completamente contradictorias.
Acudir a la consulta de esta señora se convirtió cada semana en un tormento; con el mayor de los cinismos me recibía cuando ya se había pasado mi turno, o se saltaba mi nombre, o se equivocaba al hacerme un parte o una receta... vamos, lo idóneo para una enferma psicológica.
Tras varias reclamaciones conseguí que desde la dirección me asignaran un nuevo médico, la persona más seca y estirada que existe en el centro de salud (y no lo digo yo, es una realidad).
Esta nueva médica, la doctora Pilar Hernández Sánchez, solicita informes de todos mis médicos, según ella, porque ha recibido una reclamación desde la Inspección médica. Consigo todos los informes, del psiquiatra del hospital, de mi psiquiatra, de mi psicóloga, del médico de la mutua, informes en los que se desaconseja que se me dé el alta y en los que claramente se habla de la necesidad de seguir la evolución muy de cerca, debido a las múltiples recaídas que he tenido, y de lo complejo del proceso. Y pese a todo, la doctora Hernández, una mujer que me ha visto en cuatro ocasiones, decide que mi mejoría es muy notoria y que por tanto ha de darme de alta.
Por cierto, la doctora Hernández, debe ser un genio, porque sin preguntarte nada y pese a los informes de los especialistas, ella sabe más que nadie, sabe cómo me encuentro, qué me conviene y no sé cuantas cosas más. Por su puesto que estoy mucho mejor que hace un año, aunque no esté curada, pero es gracias a mi terapeuta, a la medicación controlada por mi psiquiatra desde hace un mes y medio y sobre todo a mis ganas de salir adelante, no debo nada a ningún médico de mi centro de salud, y sobre todo no le debo nada a la doctora Hernández.
Ante la nueva situación recurrí a la mutua, al psicólogo y a la psiquiatra. Ninguno de ellos tenían potestad sobre mi médico de cabecera, sus diagnósticos e informes nada podían hacer contra la opinión de mi médico de cabecera, que repito, sólo me ha visto en cuatro ocasiones en el último mes.
Indignada por la situación me dirigí a la última instancia a la que yo puedo llegar, la Inspección médica. Por cierto, sólo atienden a los pacientes de 9:00 a 10:30. Bien, la subinspectora después de escucharme me reiteró lo que los demás ya me habían dicho, el médico de cabecera es el único que tiene potestad para dar las altas médicas, y si lo cree conveniente puede hacerlo en cualquier momento, pese a los informes de los especialistas. Claro, que cuando la subinspectora leyó algunos de los informes me preguntó si yo estaba segura de que la doctora Hernández había leído tales informes.
La única opción que me queda es escribir una reclamación. Es el recurso del pataleo, pero, están obligados a leerla y a contestarla, y, aunque mi situación nada va a cambiar, por lo menos habré
dejado constancia de la incompetencia de este sistema que es capaz de dar un alta médica a un enfermo sin haberle resuelto su problema o conceder una pensión de invalidez a la madre de la Campanario y no es capaz de hacerlo con una persona con cinco hernias y en una silla de ruedas.
PD.: Al día siguiente de que me dieran el alta falleció Erika Ortiz Rocasolano por suicidio; diariamente se calcula que unas cinco personas en la Comunidad de Madrid toman esta decisión como única salida, y, muchas veces, es consecuencia de un mal diagnóstico, o de la falta de él, o incluso de la manera en que un médico trate tu patología. Es muy fácil lamentarse después, pero a lo mejor, se podía haber hecho mucho antes.

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