UN LUGAR PARA SOÑAR

UN LUGAR PARA SOÑAR
puesta de sol en la Alhambra

viernes, agosto 17, 2012

La sanidad pública española sigue funcionando perfectamente


Martes 14 de agosto, 10:20 A.M.
Había quedado con un par de amigas para desayunar en la terraza de una cafetería junto a mi casa y después hacer la compra. Durante el desayuno empiezo a sentir una fuerte opresión en el pecho, me pongo boca abajo, intentando respirar, se me pasa momentáneamente, pero me repite unos minutos después, hasta una tercera vez, en que una de mis amigas se alarma y decide llevarme al Hospital Ramón y Cajal.
11:05 A.M  Llegamos al hospital, mi amiga da los datos en el control de urgencias
11:07 A.M.  Me pasan a una sala donde me hacen un primer informe y me redirigen
11:10 A.M   Me meten en una sala de exploración, me hacen desnudarme, me acuestan, me cogen una vía y me sacan sangre, me colocan los electrodos y me realizan un electro, me dan una pastilla sublingual, me explora una médico de urgencias
11:45 A.M.  Me llevan a hacerme una placa
12:15 A.M   Me hacen nuevamente una historia clínica más completa, incluyendo medicación, alergias, antecedentes...
01:40 P.M.  La médico de urgencias me explica que aparentemente no han visto nada, pero, que el protocolo exige que se me repita la analítica y el electro pasadas unas horas. Le explico que tengo cita en el mismo hospital para las 18:30 de ese mismo día en el hospital de día para inyectarme un tratamiento. Me dice que no me preocupe, que si todo sale bien estaré a mi hora en la consulta, y si no, se encargarán ellos de administrármelo
05:10 P.M   Me sacan sangre nuevamente
06:40 P:M.  Me informan de que se ha extraviado mi analítica y me la repiten
06:55 P:M.  Acude la cardióloga de urgencias. Me pide que le relate el episodio. Me explora, me realiza un nuevo electro, me informa de las posibilidades.
07:40 P.M.  La cardióloga me dice que todas las pruebas han salido negativas, pero que dado que el dolor y la opresión se me pasaron después de administrarme la pastilla sublingual, no me puede mandar a casa sin realizarme nuevas pruebas, y, al coincidir con la víspera de un festivo y ser alérgica al único tratamiento que podrían darme en el acto (aspirinas) necesitan ingresarme.
07:50 P:M   Informan a mi acompañante y preparan mi ingreso en la planta de cardiología.
Entretanto, a mi misma sala han ido llegando pacientes de diversa gravedad, una señora con una bajada de potasio y una fuerte hipotensión, un caballero con antecedentes coronarios, elevada fiebre y desvarios que es ingresado en planta, dos señoras que han llegado en UVI con diferentes patologías de gravedad, una joven víctima de un aparatoso accidente automovilístico, aunque sin daños... todos ellos atendidos con la misma prontitud y profesionalidad que yo. Y no sólo eso, desde la cristalera de mi sala, veo otras salas donde también hay pacientes a los que se está tratando.
Nuestra sanidad pública sigue funcionando, y funciona muy bien, pese a que al personal le hayan recortado el sueldo, pese a que le quiten la paga de Navidad, pese a que les controlen el gasto farmacéutico. Y pese a todo eso, trabajan incesantemente, con gran profesionalidad, mucho aplomo y, en mi caso, con un trato encantador. Pero, siempre habrá quién cuente lo mal que le ha ido, sobretodo, si acude llorando a urgencias por una otitis y tardan en tratarle más de una hora. Las urgencias hospitalarias son otra cosa, para pequeñas dolencias está nuestro médico de zona o incluso el servicio de urgencias de zona, donde, si lo consideran oportuno, te envían al hospital. Lo que no se puede es colapsar las urgencias hospitalarias con dolencias menores.
Existe una maldita tendencia a hacer demagogia de cualquier cosa, y, no todo vale. Seguimos teniendo una sanidad pública maravillosa que funciona extraordinariamente bien, seguramente, de las mejores del mundo. No sabemos lo que pasará con ella en el futuro, pero, por ahora, sigue siendo excelente, y eso es lo que tenemos que reconocer y hacer saber a todo el mundo.

Por cierto, el jueves 16 de agosto, a primera hora de la mañana, y después de estar de "vacaciones todo incluido" en el hospital, me realizaron la prueba de esfuerzo y la gammografía, comprobando que todo estaba bien, y que, como yo suponía, se trataba de uno de mis escandalosos e incómodos ataques de ansiedad, por lo que me dieron el alta después de, como ya he dicho, recibir un trato superprofesional, rápido, eficaz y encantador.

sábado, marzo 03, 2012

El universo de las de cuarentaytantos. DE BODA

La primavera está a la vuelta de la esquina, y a parte de la subida de las temperaturas, la mayor duración de los días y el rebrote de las plantas, lo sé porque he empezado a recibir invitaciones de boda. Y no sólo yo, mis amigas también. Y, realmente cuando nos lo planteamos nos da una pereza tremenda, aunque sabemos que finalmente asistiremos, desembolsaremos una cantidad que no teníamos prevista y que nos trastocará un poco el presupuesto, daremos la enhorabuena a los novios, comeremos y beberemos a su salud, nuestro chico se pasará con las copas, o terminará manchándose, bailaremos y terminaremos con ardor de estómago y tremendo dolor de pies.
Por todo ello, cuando hoy he recibido una invitación de boda, me he puesto a reflexionar sobre las razones que tenemos las mujeres para asistir a una boda (muy diferentes a las de ellos) y he llegado a la conclusión de que existen esencialmente cuatro  motivos que nos empujan a aceptar, aunque no lo queramos reconocer:

  1. Aunque digamos lo contrario, porque es la ocasión perfecta para comprarnos un modelazo y unos zapatos divinos.
  2. Para criticar a todas las invitadas y sus looks.
  3. Porque siempre esperamos a que el oficiante diga aquello de " si alguno de los presentes tiene algo que decir ..." con la esperanza de que alguien diga algo.
  4. Por si no se presenta alguno de los contrayentes, o por si se presenta y dice "no quiero"
y porque de una boda siempre sale otra boda, la que sea, y tendrás cuatro nuevas razones para asistir a ella.

Boicot a la publicidad del Instituto Capilar Bellido

Cada vez que escucho la última cuña radiofónica del Instituto Capilar Bellido, un sentimiento de indignación se apodera de mí. El locutor, pregunta "¿puede usted imaginarse una mujer bella o un hombre atractivo sin pelo?" Cada vez que escucho la pregunta respondo en voz alta que sí, aunque el locutor se empeña una y otra vez en llevarme la contraria para, al final, mandarnos a todos a el famoso y costoso instituto.
Al cabello se le da demasiada importancia. La pérdida del cabello puede significar para algunas personas un problema, un complejo o un  rechazo, pero no para todos; hay quién lo asume con total normalidad y aprende a sacarle el máximo partido. Pero, lo que no debemos permitir es que una empresa nos diga quién puede ser bello o atractivo, bastantes complejos existen ya como para que un negocio estético nos cree alguno más en función de algo tan absurdo como la cantidad de cabello en la cabeza. Dejen a la gente decidir si quieren invertir su tiempo y su dinero en su cabellera, pero no se atrevan a juzgar la belleza o el atractivo de nadie.
 Puedo poner varios ejemplos de mujeres muy reconocidas que en un momento de su vida se afeitaron su melena y no por ello dejaron de ser bellas.
Cuando recuerdo a la cantante Sinéad O`Connor siempre evoco su imagen de primeros de los `90, con su cabeza totalmente afeitada, su rostro bellísimo, con unos grandes ojos, y, sobretodo su voz y sus canciones; después se dejó melena, no resultaba tan atractiva, politizó su carrera y su vida personal entró en una espiral de autodestrucción, pero esa es otra historia.
¿Qué se puede decir de Natalie Portman  en "V de Vendetta" ? Con su cabeza totalmente rapada, la actriz no perdió ni un ápice de su belleza y elegancia natural.  Demi Moore, actriz más reconocida por su físico que por sus interpretaciones, también se afeitó para "La Teniente o`Neall" y seguía siendo atractiva, lo mismo que Robin Tunney, Menna Suvary,  la ex miss universo Persis Khambatta, o la modelo española Blanca Romero. Todas ellas, y otras muchas mujeres anónimas siguieron conservando su belleza aun sin pelo.

Y, en cuanto a los caballeros, hay multitud de hombres que conviven con la calvicie y  siguen resultando sumamente atractivos, varoniles y muy interesantes. Nadie puede imaginarse a Yul Brynner con melena y nadie puede negar que resultaba un hombre atractivo. Uno de los actores más atractivos y viriles, Sean Connery,  ganó muchos puntos con la edad y la calvicie sin perder nada de atractivo. Y qué decir de los chicos malos de Hollywood, empezando por Bruce Willis, Jason Statham, Arnold Vosloo, la Roca y otros cuantos, que se ganan la vida con su imagen y con la cabeza bien afeitada. ¿Alguien puede negar el atractivo de el futbolista y modelo Fredrik Ljunberg, el de Zinedine Zidane,  o el de Pep Guardiola rapado? Eso por no hablar de los desconocidos con los que me topo a diario, como el conductor del autobús, el encargado del gimnasio, unos cuantos vecinos, algún chico de la oficina....
Señores de Bellido, no sólo me imagino a mujeres y hombres atractivos sin pelo, es que los veo porque existen.

domingo, febrero 12, 2012

Mi pelea por seguir viviendo



Cientos de días he deseado estar muerta, desaparecer sin dejar rastro, morir repentinamente para dejar de sufrir, y, a la vez miles de mañanas he luchado por seguir viviendo, por encontrar un motivo para seguir viviendo pese a todo, por esperar que mañana sea mejor, por esperar que llegue de nuevo la primavera, por desear sonreír con el alma y con el corazón, por querer creer que existe salida y solución, que el futuro me retornará a ser la persona que fui.

Es una lucha interna titánica que dura ya años, y sólo espero que al final la gane el deseo de vivir, aunque sólo sea por los que me rodean, me estiman y se preocupan por mí.

No soy un ser negativo, al contrario, soy una persona extrovertida, dinámica positiva y alegre, pero padezco una maldita enfermedad, una depresión endógena recurrente, algo que casi nadie que no lo ha padecido puede entender. Cuando estoy en momentos de crisis, me escondo, evito al máximo que nadie me vea en esos momentos; no quiero dar lástima, ni miradas de incomprensión o de rechazo, y tampoco me gusta que nadie conozca una parte de mí que yo odio. Se apodera de mí la angustia, el miedo, la incertidumbre, la negatividad,la desesperanza, la ansiedad, el vacío y las ganas de morir. Pese a ello, intento obligarme, intento levantarme, intento sobrevivir, y por ahora lo voy consiguiendo. En mi caso, creer que un día desaparecerá del todo y no volverá nunca más, es una ilusión vana; mejoro,parece que se ha pasado, que ha sido un mal sueño, pero vuelve.

En cualquier caso, esos momentos en los que consigo recobrar la ilusión, la alegría, el disfrute y las ganas de vivir, compensan a los malos momentos, aunque sean más terribles. Por eso sigo combatiendo contra mí todas las mañanas, diciéndome que tengo que combatir un día más, que tengo que buscar en lo más profundo mi razón para seguir, que no es otra que recuperar a la persona alegre y positiva, con proyectos e ilusiones que un día fui y volveré a ser.