UN LUGAR PARA SOÑAR

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puesta de sol en la Alhambra

miércoles, julio 20, 2011

París: consejos para el turista. COMER, CENAR, TAPEAR...

Para el que tenga pensado viajar próximamente o en el futuro a París, esta información puede ser muy interesante. Todos tenemos el concepto de que París es una ciudad carísima y que, dado que Francia es la cuna de la gatronomía moderna, comer en la capital es desorbitan
te. Error; hace siete años, cuando estuve la vez anterior, había una diferencia notable entre comer en París o en Madrid, pero hoy en día, esas diferencias son practicamente inexistentes debido a dos motivos:

el principal, Francia ha bajado el IVA de la restauración del 19,6% al 5,5%
y mientras, España ha subido los precios descontroladamente.

Por supuesto existen restaurantes que están lejos del alcance de un turista de clase media (Maxim`s, Le Meurice, Caviar Kaspia. Alain Ducasse, Ambrossie...) pero hay una gran mayoría con una relación calidad precio más que aceptable. En cualquier caso, hay que tener en cuenta un detalle, el precio de las bebidas no suele estar incluido en los menús, y este sí que es bastante más alto que en España... como mínimo te cobrarán 5€ por una cerveza común, y de ahí, en adelante.

Empezaremos con el desayuno, le petit déjeuner. Si no podemos hacerlo en nuestro alojamiento, o, si realmente queremos empezar de buena manera el día, lo mejor es acercarse a un caffé o a una boulangerie con servicio de desayunos y tomar un caffé au lait acompañado de bollería artesanal recién elaborada (para mí, nada como los croissants d`amandes, o las conques, traduciendo, croisants de almendra o caracolas)El desayuno no bajará de 5 ó 6€, en los casos más aconómicos, por persona, pero nos permitirá enfrentarnos a París hasta la hora de la comida sin decaer en ningún momento.

Existen muchas modalidades de establecimientos para comer; si lo que se busca es un tentempié o una comida rápida se puede optar por los kioskos que ofrecen gofres y creps calientes dulces y saladas; existen las típicas cadenas de comida rápida en las que, además, el idioma no es un handicap: Mac Donalds y Quick (no hay Burguer King), Pizza Hut, Domino`s, Flunch o Subway son las más habituales,
funcionan igual que en España, el precio es casi igual y la bebida no tiene un precio excesivo. Para una ocasión, no está mal, pero no recomendable para hacer a diario.

Muchas boulangeries (panaderías tradicionales, en cada manzana como mínimo una) además de ofrecernos una gran variedad de exquisitos panes y baguettes, bollería deliciosa y diaria y pastelería, tienen fórmulas, las fórmulas son lo que aquí llamaríamos menú oferta del día. Suelen consistir en algún tipo de sandiwch, bocadillo, porción salada o ensalada más bebida y postre o café, y tienen un precio muy económico y son bastante apetecibles (desde 5 ó 6€). Es una buena opción para hacer comida tipo picnic en cualquier jardín, y comprobaréis que la mayoría de los franceses adoptan esta forma de comer a medio día, y, de paso, toman el sol, o leen un libro, o simplemente disfrutan de la tranquilidad de los espacios verdes.
Si lo que queremos es sentarnos a comer, con servicio de mesa y camarero las opciones también son múltiples.
Empecemos por el bistrot: habitualmente son establecimiento típicos parisinos donde se sirven bebidas, café, y platos de elaboración tradicional y sencilla. Los bristrosts au vins clásicos son más económicos, pero lo más nuevos, son más caros y menos tradicionales. Siempre hay que fijarse en el listado de precios, aunque por lo habitual, es una buena manera de acercarse a la gastronomía y la cultura francesa sin dejarse el presupuesto (alrededor de 12 ó 14 € por persona)
A medio camino entre el bistrot y el restaurante encontraríamos las brasseries; prácticamente en cada esquina de cualquier calle hay una, con su pequeña terraza en la acera. Tienen un menú diario con varios platos, una carta corta pero variada y en general una buena relación calidad-precio, aunque muchas veces, el precio viene marcado por detalles como la ubicación o la decoración. Además, suele haber diferencia entre comer en sala o en terraza. Con bebida y postre estamos hablando de 20 € aproximadamente, aunque, como ya he dicho, depende mucho del arrondisment (distrito o barrio) en el que esté el local.
También hay que hablar de los cafés; suelen ser bastante más elegantes que los bristrots y podemos encontrarnos con un servicio parecido al de la brasserie. Su horario es muy amplio, ya que empiezan con los desayunos y suelen terminar con loas copas y cocktails nocturnos. Nadie que vaya a París debería marcharse sin degustar tranquilamente un caffé crème (de 3,50€ a 5€) en la terraza de un café típico parisino.
Ultimamente en París la comida japonesa está muy de moda, y por todas partes se encuentran restaurantes que ofrecen especialidades niponas. Yo descarté totalmente esta opción, pero, seguro que a más de uno le gustará, y no es tampoco excesivamente cara.
Si llegada la noche ninguna de las opciones citadas es de tu agrado, o si buscas algo más íntimo o romántico, o simplemente más típico, se puede elegir entre una cena-crucero por el Sena, una cena a bordo de un barco-restaurante atracado en los muelles junto a la Tour Eiffel, una cena en el restaurante de la Tour Eiffel o una cena en un buen restaurante. La cena en pareja en estos restaurantes no te bajará de los 100€, pero ¡¡¡ una cena romántica en París con una buena pareja los merece!!!. Si prefieres cena con espectáculo, algo caduco, pero muy típico, calcula que la cena con espectáculo de Moulin Rouge supone 150€ por comensal...
¡Ah, se me olvidaba! Como ya te he dicho pasarás por multitud de boulangeries que, estoy segura, te atrerán con su olor. Pero además París es famosa por sus pâtisseries (pastelerías) que desde el escaparate te tentarán con sus coloridos macarons o sus bombons. No lo dudes, entre y pica. No son baratas, en España tampoco, pero además de complacer el paladar, son un deleite para la vista.
Y, si todo lo dicho anteriormente sobrepasa tu presupuesto, siempre puedes entrar a un supermercado o a u
na tienda de comestibles y elaborarte tu propio
menú prácticamente al mismo precio que aquí, y en ocasiones, incluso más barato, pero de eso, hablaré en otro post.
Un par de últimos apuntes:en el quartier latin, saint Germain y los alrededores de Pigalle se suelen encontrar los lugares más económicos para comer, mientras que en los Champs Elysées y el distrito 7 están los más caros, pero, como en todo, hay excepciones.
En cuanto a los horarios, exceptuando los restaurantes, son bastante amplios en general, aunque intenta siempre llegar a cenar antes de las 9, por lo que pueda pasar.

La España de hoy y la España de Felipe IV (validos, dementes y genios incluídos)

España no está sólo en crisis, está en decadencia. Más allá de los problemas económicos, que innegablemente existen y son de gran magnitud, el país y la sociedad están en franca decadencia, decepcionados, desilusionados, sin aspiraciones, embrutecidos y alienados. Sabemos que todo está mal, pero seguimos esperando a que de alguna manera, casi mágica, volvamos a vivir como unos años atrás, despreocupados y felices, aunque todo fuera una gran mentira de la que ahora tenemos que pagar también las consecuencias.

El momento actual, y nuestro pasado más reciente, me recuerdan mucho a la época de Felipe IV, salvando las distancias, claro. En el momento actual no tenemos una hegemonía política exterior que perder, porque prácticamente desde entonces, no se recuperó. De hecho, somos un país sin apenas voz ni voto en el concierto internacional, y, el espejismo de hace una década, no solamente se ha disuelto devolviéndonos a la realidad, además nos ha dejado en posiciones mucho más retrasadas y a merced de la "caridad" de nuestros socios. En cuanto a la política interior, las malas gestiones de Olivares llevaron a la secesión del Principado de Cataluña, la sublevación de Portugal y la pérdida del Rosellón, la Cerdeña y los Países Bajos, y mientras, en la España de las Autonomías, el descontrol financiero, las ansias de autonomía y la permisión de ciertos partidos políticos no sabemos a dónde nos conducirá. Tampoco se puede echar la culpa a la mala gestión de los validos, porque a diferencia del siglo XVII, vivimos en una democracia, y somos nosotros, o eso nos creemos, los que elegimos a nuestros representantes para que dirijan el estado...

El reinado del Austria se caracterizó por los validos y por la corrupción, y de esto último, en el momento actual, tenemos de sobra. Da igual a donde miremos, porque prácticamente todas las instituciones están bajo sospecha, cuando no confirmada la corruptela. Y, aún así, ahí siguen, anclados a la silla del poder, y sin devolverle al pueblo lo que le han quitado.

Otro paralelismo evidente es la gran crisis económica que vivimos, que como ocurrió durante el reinado de Felipe IV, se dejó también sentir en Europa, pero en España tiene una repercusión mucho mayor y de la que no sabemos salir, porque, una vez que la burbuja del ladrillo explotó, no tenemos recursos ni industrias que nos puedan sacar a flote. Durante el reinado de áquel España hubo de afrontar cuatro bancarrotas reales, ¿cuántas deberemos soportar nosotros? Nos hablarán de prima de riesgo, deuda internacional, refinanciación de la deuda, rescate europeo... pero nos están hablando de lo mismo, aunque con otras palabras y de manera más compleja.

El reinado de Felipe IV está innegablemente unido a la pintura del maestro Velázquez, que supo retratar a aquella corte de decadentes, arribistas, tarados, enanos, bufones, idiotas, monstruos deformes y demás personajes que poblaban aquella corte, pero también supo plasmar a los otros personajes de la época sin oropel ni lujo, en las Hilanderas, Vieja friendo Huevos o El Aguador de Sevilla.
En nuestra época no tenemos un pintor de cámara, y mucho menos un maestro como Velázquez, pero, tenemos unas televisiones plagadas de bufones y monstruos de toda índole, de personajes vacíos de contenido pero que llenan horas de televisión; de títeres vociferantes en manos de oscuros y poderosos directivos.

La época de Felipe IV, y en general, el final de los Austria, pasó a la historia como el Siglo de Oro Español, no solo en la pintura, sobretodo en la literatura, porque, en los momentos de mayor crisis y decadencia de un país es cuando destacan unos genios que, teniendo verdadera conciencia de la decadencia social en la que viven, salvan todos los obstáculos y crean verdaderas obras maestras en las que ponen de relieve con toda su crudeza el momento en el que viven sin que los poderosos, que se creen más listos que ellos, se den cuenta de que son ellos mismos a quienes están denostando y retratando en esas obras, y que están emitiendo pensamientos e ideas que nadie desearía escuchar.
Tal vez, en el futuro, vivamos nuevamente una explosión cultural a consecuencia de nuestro momento, tan importante como la del siglo XVI, pero yo no la atisbo. Sin embargo, vivimos un "momento deportivo de oro" de unos años a esta parte, con los triunfos españoles individuales y colectivos en el fútbol (el gran aglutinador de la masa), en tenis, ciclismo, baloncesto, motociclismo, , natación sincronizada, automovilismo... triunfos que consiguen hacer una terapia colectiva y que por unos momentos nos olvidemos de la depresión nacional en la que estamos sumidos y nos sintamos orgullosos de pertenecer a este país, estado, nación llamado España, y que saquemos pecho y ondeemos alegremente la bandera sin temor a que nadie nos tache de nada. Desde luego, los eruditos dirán que el deporte en nada es comparable a la literatura, la pintura o cualquier otra manifestación artística, pero cualquier deportista encarna en sí las cualidades que podrían hacernos salir del momento de declive en el que vivimos: esfuerzo, energía, lucha personal, autoestima, autocontrol, compañerismo, capacidad de superación, constancia, juego limpio, organización... valores que si todos desarrollasemos y extrapolasemos a nuestro ámbito nos ayudarían a vivir mejor y a hacer de nuestro mundo algo un poco mejor.