UN LUGAR PARA SOÑAR

UN LUGAR PARA SOÑAR
puesta de sol en la Alhambra

jueves, mayo 17, 2007

La vida Bárbara

Cap. 4. Vuelta a la rutina
Tras el funeral por Alberto, la rutina se había instalado de nuevo en la vida de Bárbara. Las mañanas empezaban con interminables atascos en el centro de Madrid, a los que seguían una dura guerra por ocupar un puesto de aparcamiento. Las horas en el trabajo se sucedían monótonas ante la mirada triste y a la vez complaciente de Sofía. Las tardes decidió ocuparlas en la decoración de su nuevo hogar. Alguna visita a sus padres, una cena con amigos un fin de semana, y algunas compras fueron los únicos alicientes durante aquellas largas semanas.
Le gustaba la sensación de protección que parecían brindarle todos los que le rodeaban, incluso se sentía complacida, tanto que a veces exageraba su sentimiento de abatimiento sólo para notar la reacción que producía, especialmente en el trabajo. Pero cuando llegaba a su hogar y cerraba la puerta parecía que un mundo nuevo se abriera ante sus ojos al quitarse la máscara del dolor y fantaseaba con una vida muy diferente a la suya, en la que provocaba sentimientos de envidia entre las mujeres y de deseo entre los hombres, una ilusión en la que el éxito y ella eran la pareja protagonista. Había una persona a la que no podía engañar, a Alicia, a la que durante unos días intentó mantener alejada. Pero ambas sabían que esta situación duraría poco tiempo, al fin y al cabo Alicia no era sólo su mejor amiga, era sobretodo, la persona que mejor la conocía, incluso más que su propia familia.
Aquel sábado por la mañana el sol de primavera calentaba con fuerza. Alicia había llamado y se había autoinvitado a un ligero almuerzo en su casa. Decidió esperarla en el jardín aprovechando para tomar el sol. Extendió la toalla sobre el césped y se tumbó. Se sentía protegida de los extraños por la valla cubierta de alibustre . Notaba una gran paz en su pequeño jardín, en su casa, en su soledad, donde no tenía que fingir ni aparentar.
Me encanta esta sensación. Tengo casi todo lo que puedo desear, tengo una buena situación económica, buena salud y buen humor, una casa que me encanta, un trabajo que me gusta y libertad. Por fin estoy haciendo lo que me da la gana sin tener que dar explicaciones y sin tener que pedir permiso a nadie, ni a mis padres, ni a un hombre. Soy independiente, no necesito a nadie y me gusta. Nunca antes me había sentido así. Puedo hacer lo que quiera con mi tiempo libre, con mi dinero, con mi vida. La felicidad debe ser algo muy parecido a esta situación. ¿Quién lo hubiera dicho? Siempre pensé que el día en que saliera de la casa de mis padres lo haría ya casada y para irme a vivir con un señor, ni si quiera me había planteado en sueños el vivir yo sola. No sé como mis padres han podido aceptar esta situación, ni si quiera han puesto la más pequeña objeción. Pensarán que pronto me aburriré y decidiré volver a casa con ellos, pero no saben lo equivocados que están. Me encanta esta situación, soy libre, me siento libre. ”
Estaba absorta en sus pensamientos cuando sonó el timbre. Se cubrió con un pareo, atravesó el salón y abrió la puerta. Allí estaba Alicia.
_” Dichosos los ojos. Parecía como si me hubieras estado evitando todo este tiempo. ¿Me invitas a pasar o vamos a comer aquí, en la puerta?”
Le invitó a pasar con la mejor de sus sonrisas. Se fundieron en un largo abrazo. Una vez dentro Alicia admiró los cambios decorativos que Bárbara había realizado en el domicilio, alabó su buen gusto a la hora de combinar colores y elogió la elección de las tapicerías. En el jardín se quedó extasiada ante la explosión de color de los bulbos plantados sobre un parterre. Bárbara se sentía halagada, algo que, indudablemente, le encantaba.
Almorzaron en el jardín una ensalada de pulpo a la vinagreta y un poco de pastel frío de carne. El sol seguía brillando con fuerza a esas alturas del mes de Mayo, y después del almuerzo, las dos decidieron tomar el sol, para lo que Bárbara tuvo que prestarle uno de sus bikinis.
Todo estaba tranquilo, apenas se oían ruidos, si acaso el eco lejano de algunas risas infantiles provenientes de otro chalet, a veces, a lo lejos, el ruido del motor de algún vehículo. Era el momento propicio para conversaciones más intimas.
_”¿Me vas a contar qué ha pasado todos estos días o esperas que lo adivine? _Preguntó Alicia al tiempo que sacaba de la pitillera dos cigarrillos y le ofrecía uno a Bárbara.
_” Realmente no ha pasado nada. Durante unas semanas me he dejado llevar, me he comportado como todo el mundo esperaba que lo hiciese, como una joven viuda desgarrada por el dolor.”
Alicia le interrumpió.
_” ¿Qué dolor? Bárbara, bonita, estás hablando conmigo, no te hace falta el teatro.”
_” Déjame terminar. Te decía que me estaba dejando llevar, que estaba fingiendo, lo reconozco. Pero, ¡es tan agradable que todo el mundo esté pendiente de ti para mimarte, para satisfacer todos tus deseos! Durante todo este tiempo me he sentido como entre algodones, y eso me encanta. Todo el mundo preocupado por mí, todos pendientes de lo que pudiera necesitar…”
_” Eso, querida, se llama autocomplacencia, y es ruin y bajo. Has estado jugando con los sentimientos de todos los que te quieren.”_ Le dijo con un sonrisa y en tono de irónico reproche.
_”Ya lo sé. ¿Y qué querías que hiciese?, que les dijese: no sintáis pena de mí, si no estaba enamorada, si me encuentro muy bien sin él. La verdad es que me encanta vivir sola, me gusta la independencia, sobre todo porque yo siempre había pensado que saldría de la casa de mis padres para irme a la de mi marido. Deberías alegrarte por mí; en el fondo, su muerte ha supuesto mi liberación; tú sabías que yo nunca hubiera sido capaz de romper el compromiso, ni mucho menos de decir no ante el altar y que toda la vida habría vivido la gran mentira. Pero confesar todo esto, como tú me sugerías, hubiera sido un cataclismo. Además, tú no me puedes entender, no eres como yo, tú siempre has hecho lo que tú has querido, sin importarte el qué dirán, aunque tuvieras que ir contracorriente.”
_”No, no siempre, de sobras sabes que, en el pasado, yo también yo he hecho lo que los demás esperaban de mí.”
_” Y de todos modos, sí que estoy dolida, no por él, no por su ausencia, estoy dolida por mí. Siento que ese día por su culpa hice el más espantoso de los ridículos. Cancelé mi gran boda por él, ,me vestí de negro cuando tenía que haberme vestido de blanco, aparecí sin maquillar y con aspecto desmejorado y le cedí todo el protagonismo a él en el que era mi día. Estoy dolida, sigo furiosa y no se me ocurre ninguna forma de venganza.”
_” No te enfades, pero tú lo que estás es de siquiatra. ¿Te parece poca venganza quedarte libre y con su casa, su coche y su dinero?”
Se echaron las dos a reír. Una ligera brisa se empezó a levantar y decidieron meterse nuevamente en casa. Bárbara preparó café en la cocina mientras Nuria escogía música entre la colección de CD colocados sobre una original estantería colgante.
Se sentaron una frente a la otra con los pies cruzados descalzos sobre el sofá.
_”Alicia, mi plan sigue en pie, sigo buscando un hombre para casarme antes de cumplir los treintaidos.”
_” Pero, ¿ qué estas diciendo? ¿cómo puedes seguir con esa manía? Has conseguido lo que deseabas, acabas de confesarme que te encanta estar sola, que te gusta ser independiente, y ahora me hablas de casarte. A ti no hay quien te entienda.”
_” No tiene nada que ver, ya lo hemos discutido otras veces. La independencia ya la he probado, sé lo que es y me gusta, pero no pienso renunciar por ella a mi gran ilusión. Quiero una gran boda, de blanco, de largo, en la Basílica, con muchas fotos y muchos invitados, con un gran banquete, una buena orquesta…quiero un anillo con una fecha por dentro, quiero ser la señora de, quiero mi boda.”
_” ¿Y crees que eso te hará sentir más feliz?”
_” No lo sé, pero ese ha sido siempre mi sueño, y ya sabes que yo lo que quiero lo consigo. Además, si no sale bien siempre puedo dar marcha atrás. Quiero casarme, tengo sobrada experiencia en organizar mis bodas, sólo he de encontrar a un hombre para ese gran día y tú eres la persona que me ha de ayudar, eres la más adecuada.”
_”Tu postura me parece muy cómoda; quieres casarte, necesitas un novio y quieres que yo te lo busque, pero ¿de qué vas?.”
_”Tú tienes experiencia con los hombres.”
_”Te recuerdo que mi matrimonio no llegó a durar tres años y que las relaciones sentimentales posteriores no han llegado a tanto. Hace varios años que en mi cuarto de baño no hay más que un cepillo de dientes. No sé cómo quieres que te ayude.”
_ “¿Y rollitos, no has tenido rollitos en estos últimos años?”
_” Si, claro. Pero mis rollitos, como tú los llamas, no son hombres dispuestos, al menos por el momento y mientras existamos chicas como yo, a pasar por la vicaría. Los hombres, lo que quieren es sexo, huyen de cualquier tipo de compromiso, y mucho más del matrimonio. Te voy a dar un consejo, si buscas un hombre para que te lleve al altar, enamórale, pero niégale el sexo hasta después de la boda.”
_” Buen consejo _ sonrió y le guiñó un ojo_ tomo nota, maestra.”
_” De verdad, yo no puedo ayudarte, eres tú la que debes salir, conocer gente, volver a relacionarte. Y si eso no te funciona siempre puedes poner un anuncio en la sección de contactos, o probar con internet.”
_” ¡Ni loca! Estoy muy necesitada, pero no tanto como para publicarlo. Siempre he pensado que los que utilizaban las secciones de contactos debían de ser tarados mentales o adefesios. Recurro a ti porque al menos tú estás en activo, estás en el mercado, te sabes mover, sabes donde encontrarles. Yo llevo mucho tiempo fuera de circulación, retirada del negocio del ligoteo una eternidad, no recuerdo ni como se seducía a un chico. A ver, ¿de dónde has sacado tus últimos ligues?”
_” ¿El último? A ver, déjame que piense. ¡Ah, sí! Fue un cliente, hace un par de meses.”
Bárbara le miró con los ojos muy abiertos, después se echó a reír, tan fuerte que se atragantó con el café.
_”Pero, de qué te ríes? ¡No haber preguntado!”
_” No, si no me río de ti. _ La voz se le entrecortaba, no podía parar de reír _ Me río pensando en la cara que pondrían Sofía y sus hijos si me pusiese a ligar con alguno de nuestros clientes. Se me acabaría el chollo de golpe.”
Ahora se reían las dos. La risa de Bárbara era histérica y contagiosa. Alicia cogió un cojín y se lo tiró a la cara. Empezaron una guerra de cojines. De pronto estaban las dos corriendo por toda la casa como un par de niñas pequeñas intentando esquivar los golpes. Las carcajadas y los gritos ahogaban la música. Tardaron un rato en recobrar la compostura. Se dejaron caer sobre el sofá nuevamente, ahora extenuadas.
Bárbara tomó nuevamente la palabra.
_”Lo cierto es que tú conoces a mucha más gente que yo. En los últimos años mi vida social ha sido un desastre, prácticamente nula. La verdad es que Alberto era bastante absorbente, apenas tenía amigos y no le gustaban los míos.”- dijo con aire melancólico.
_” Pero, ¿qué dices? Si te pasabas el tiempo alternando de fiesta en fiesta, si la familia de tu novio tiene más teléfonos en la agenda que el propio Jesús Mariñas. Aunque hay que reconocer que Alberto era un poco “sieso” .La verdad es que durante todos estos años nos has tenido a todos un poco abandonados, raras han sido las ocasiones en que hemos salido con vosotros. ¡ Si para vernos tú y yo casi teníamos que hacerlo a escondidas de Alberto !”
_ “ Te doy la razón. Eramos una pandilla numerosa y yo he perdido el contacto con prácticamente todo el mundo. Me gustaría mucho recuperar las viejas amistades.”
_” ¿Sabes? El día del funeral de Alberto,cuando nos quedamos solas Laura y yo me comentó que estaba preparando una fiesta para celebrar su cumpleaños y que, por supuesto, contaba con nosotras. Será el próximo fin de semana en su chalet de la sierra, ¿te apuntas?”
_ “No sé si debería, además no me ha invitado.”
_”¡ Pareces tonta! Estará encantada, si no te dijo nada era porque el funeral no parecía el lugar más adecuado, además cuando me dijo que podía ir acompañada ya le dije que vendrías conmigo. Será una gran oportunidad, estarán los viejos amigos, y los compañeros de trabajo de Laura y entre ellos hay mucho soltero…”
_” Visto así no parece mal plan, puede ser una buena ocasión para conocer chicos. ¿Piensas que alguno podría ser el adecuado para mi plan?”
_” Sigo diciendo que estás de siquiatra. Espera, se me ocurre uno, José Antonio Hidalgo, en la Facultad estaba loco por ti.”
_” ¿Qué dices? Ni loca, es un pirado, está desequilibrado, de cuando en cuando todavía me llama y me invita alguna de sus exposiciones. ¿Has visto alguna de sus pinturas?. Está obsesionado con las muertes y las mutilaciones.”
_” De acuerdo, lo tachamos de la lista, buscaremos otro.”
_ ” A mí se me ocurre otro, tu hermano Lolo.”
_” Descartado.” - respondió Alicia con tono enérgico.
_” ¿Descartado, por qué? Es un encanto de persona, tiene un buen trabajo, un buen sueldo, es simpatiquísimo, está como un tren y además está soltero.”
_” Ya, y es un golfo, y un mujeriego, y un vividor y una persona que huye de los compromisos… A tu madre le daría un síncope. Además, que tú no eres su tipo, Lolo y los de su calaña no te convienen . Y tampoco te quiero como cuñada, ya te sufro bastante como amiga como para que pases a formar parte de la familia. Lolo no, tú necesitas otro tipo de hombres, más románticos, más formales, alguien por ejemplo como Arturo.”
_”¿ Arturo?,¿nuestro Arturo? Pero si tiene novia."
_” Ya, ¡ pero es tan dulce, tan guapo y besa tan bien!”
Bárbara dejó escapar un pequeño grito fingiendo estar escandalizada.
_” No me irás a decir que tú y él… Cuenta, cuenta.”
Siguieron durante horas hablando de hombres. El sol de la tarde fue cayendo lentamente hasta que en el exterior la oscuridad lo cubrió todo. Era ya entrada la noche cuando se despidieron.
Tumbada sobre la cama Bárbara recordó a sus viejos amigos. No podía dormir, se sentía expectante ante el reencuentro, y ,¿por qué no decirlo?, ante la idea de conocer a nuevas personas. Tal vez entre ellas encontrara la que estaba buscando.

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