UN LUGAR PARA SOÑAR

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puesta de sol en la Alhambra

miércoles, marzo 21, 2007

Resumen Fallas 2007

Ya estoy de vuelta, y nada mejor para volver a empezar que hacer un resumen de las últimas allas, eso sí, bajo mi crítico prisma, que no tiene porque ser coincidente con el de todo el mundo.

Aunque como todos los años los temas de la Sección Especial han sido muy variados, en casi todas ellas, de un modo u otro han hecho alusión a la Copa América que próximamente se va a celebrar en Valencia. La referencia más clara y notoria la han hecho las Fallas Municipales y las ganadoras del doblete, las de Nou Campanar, en las que incluso la iluminación, este año, estaba dedicada al puerto de Valencia, sede del campeonato.




Hablando de Nou Campanar, por cuarto año consecutivo la Falla que preside Juan Armiñana se ha alzado con el primer premio, rompiendo así la hegemonía que durante años se repartían entre las comisiones de Convento Jerusalén, Na Jordana y el Pilar. Nadie puede competir con el macromonumento de Nou Campanar, para el que muchos, en especial, los presidentes de las restantes comisiones falleras de la Sección Especial, reclaman una categoría diferente.
La falla de Nou Campanar de este año, con el lema “El desafío” (y que cada uno lo interprete por donde quiera) era un monumento con un presupuesto de 720.000 €, el más caro hasta ahora de la historia de las fallas, 30 metros de altura y numerosas figuras que satirizaban una peculiar competición de vela en la Albufera. Desde luego, ante tan apabullante monumento, del que perfectamente podrían salir tres e incluso cuatro fallas dignas de la sección Especial, nada se puede decir. Es un justo premio, porque ninguna otra falla puede hacerle sombra a este gigante de cartón y madera.



Un pero para la falla infantil, tan tremendamente repleta de ninots que causaba una sensación de confusión y caos, pues no permitía concentrarse en nada. En este caso se ha premiado el exceso, pero a mí no ha sido la infantil que más me ha gustado.



El segundo premio recayó en la falla de Convento Jerusalén, cuyo lema era “No hay mar que por bien no venga”. Jesús Barrachina, presidente de esta Comisión, y declarado enemigo de Juan Armiñana, no paraba de repetir que ellos eran los auténticos ganadores, porque para ellos Nou Campanar ya está en una órbita diferente; parece que tras el berrinche del año pasado, cuando su falla quedó en tercera posición, este año su actitud ha cambiado un poco.




Además, en esta edición la falla de Convento Jerusalén logró, y por un amplio margen, el galardón del ninot indultat, salvando de las llamas la realista figura del pintor valenciano Joaquín Sorolla, que de esta manera pasa a la historia.











El tercer premio, en esta edición, recayó sobre la falla de la Plaza del Pilar, que llevaba por título “Abierto hasta la madrugada”. Vistosa y colorista siempre y cuando se acceda a la plaza desde la calle Maldonado, y con un buen montaje triangular teniendo en cuenta las dificultades que conlleva una plaza tan angosta como esta, pero, para mí, no era meritoria de un tercer premio.






El cuarto fue a parar al monumento de Exposición-Micer Mascó, “Y tú, ¿a qué juegas?”, para mi gusto una falla muy innovadora, con unos colores muy desleídos y a la que la iluminación le hacía un flaco favor, que tampoco era merecedora de un cuarto premio, y que, comparada con la del año anterior, me dejó un poco decepcionada.



En la categoría infantil lograron un segundo premio con un monumento de similares características, aunque con unos ninots de acabados más redondeados. Para mí, un segundo premio fue excesivo, pero yo no formo parte del jurado.



Sin embargo, tengo que decir que me gustó bastante la premiada en quinto puesto, Almirante Cadarso-Conde Altea, que llevaba por título “Qu`est-ce que c`est” y que recuperaba el espíritu crítico de las fallas, tratando con ironía temas como la telebasura, la moda, la inmigración o la estética. Además, tuvieron una iniciativa graciosa: se podía entrar a visitar la falla sin pasar por taquilla, aunque disponían de un inodoro-hucha para la recogida de donativos. Su falla infantil, que sólo alcanzó el séptimo lugar, logró un galardón extra, al conseguir salvar de la quema por votación popular su ninot indultat.


En cuanto a las demás, la clásica entre las clásicas Na Jordana con sus “freaks” tuvo que contentarse con un sexto premio, aunque tal vez mereciese un poco más; de todos modos, y teniendo en cuenta la ubicación que tiene esta falla, no estaría de más que el artista fallero de Na Jordana se plantease no dar siempre la espalda a los que se quedan “a la luna de Valencia”.




Una nueva en la categoría, Reino de Valencia-Duque de Calabria, se alzó con el séptimo, el octavo fue para la falla de Pizarro-Cirilo Amorós y el noveno para la preciosista falla de Sueca-Literato Azorín, que como todos los años se alzó con el premio a la iluminación de calles, y que este año echó el resto con 750.000 bombillas, pese al enfrentamiento que mantienen con los vecinos de Ruzafa.


Pero, las fallas no son sólo los monumentos. No nos podemos olvidar de los falleros y falleras, que con su tradicional y carísima vestimenta aportan aún más color y vistosidad a la fiesta, de la ofrenda floral a la Virgen de los Desamparados, que hace que Valencia siga siendo la tierra de las flores, inundando la Catedral y sus aledaños con el embriagador perfume de miles de flores.

¿Qué sería de esta fiesta sin las mascletás o los castillos de fuegos artificiales? No hay fallas sin tracas; no se puede explicar con palabras la experiencia de vivir una buena mascletá en primera fila en la Plaza del Ayuntamiento: es un concierto de pólvora al ritmo de las tracas, las salidas aéreas y las silbadoras, todo ello mezclado en un in crescendo que acaba con un terremoto de masclets que explotan en el suelo y que hacen vibrar la tierra bajo tus pies. Este año yo destaco la mascletá del miércoles a cargo de la pirotecnia Zamorano Caballer, aunque también he de decir que debido a la masificación del fin de semana, no pude acudir a la del sábado de Antonio Caballer y que recibió muy buenas críticas.

Y en cuanto a los castillos... sólo puedo decir que me encanta deleitarme con la combinación de luz, color, explosiones y ritmo entre el puente de las flores y el de la peineta, y que aún sería más bonito si no tuvieras que estar siempre alerta ante el gracioso de turno que se dedica a lanzar borrachos contra los asistentes.
No hay que olvidar tampoco a la música, otra de las grandes protagonistas de estas fiestas. Yo me conformo con admirar a las bandas, y bailar en alguna de las múltiples verbenas que se celebrar por doquier, pero, para quien quiso más, pudo disfrutar con los conciertos de Viveros organizados por Cadena 100 y los organizados por la Ser en el cauce del Turia.
Pero no todo ha sido positivo en estas fiestas: el incidente más destacado fue la explosión sufrida por una furgoneta pirotécnica en la calle Azcárraga, en la que por suerte no hubo que lamentar victimas.
El otro punto crítico ha sido la masificación, al coincidir las fallas con el fin de semana. Y, lo peor de todo es que la mayoría de ese aluvión de gente no sabe comportarse, no saben respetar la Ofrenda, ni las tradiciones, intentan llegar con el coche a los puntos más estratégicos, se dedican a tirar petardos descontroladamente y a destrozar el mobiliario urbano, y se creen que la ciudad entera es un gran botellón. Nunca he visto unas fallas con tanto consumo de alcohol, con tantas bolsas repletas de botellas de licor, incluso he llegado a ver a altas horas de la madrugada como un grupo de jóvenes insensatos intentaba meter en el metro un carro de supermercado cargado de botellas, botellas que luego quedaban tiradas en cualquier sitios. De nada han servido los numerosos váteres públicos distribuidos por toda la ciudad, porque cualquier esquina, cualquier lugar se convertía en un improvisado urinario. Es lamentable que tanto incívico convierta una fiesta callejera tan bulliciosa y animada como las fallas en un basurero.

Pero todo llega a su fin, y las fallas también. Con la cremá y las lágrimas de las falleras se acaba la fiesta del 2007. El día 20 Valencia amanece, misteriosamente, limpia, silenciosa, abierta de nuevo al tráfico, cansada, pero con ganas de empezar de nuevo.






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