UN LUGAR PARA SOÑAR

UN LUGAR PARA SOÑAR
puesta de sol en la Alhambra

jueves, diciembre 14, 2006

Gracias por el apoyo.

Los que me ya me conocen saben que desde hace ya algún tiempo sufro uno de los males de este tiempo, lo que los médicos llaman depresión ansiógina, y que un buen amigo mío llama melancolía. Esta es una enfermedad cada día más común, hay que tomársela en serio, pero, por suerte, se puede salir de ella poniendo mucho empeño, con un buen diagnóstico, un correcto tratamiento y mucha ayuda.

Para mí, aparte de la medicación y del esfuerzo personal, hay dos factores que me están ayudando enormemente: una terapia con una profesional idónea y el apoyo de mi familia y amigos.

Hace ya varios meses que comencé una terapia con una psicóloga, Sonsoles; ella, en la soledad de su despacho o con la colaboración del grupo de terapia que creó, me ha ayudado en gran manera a conocerme mucho mejor, a comprenderme, y a quererme un poquito más. Sonsoles siempre me dice que tengo que hablarme con más cariño, que tengo que quererme más, que tengo que quitarme las máscaras y corazas que me he ido poniendo a lo largo del tiempo, abrirme a los demás y dejar que conozcan, dejarme querer, y en ello estoy.

En las últimas sesiones creo que he avanzado mucho, o al menos yo así lo siento, y sobre todo, he llegado a entender una parte de mí que he comprendido que me está afectando muchísimo: yo fui una niña superresponsable que apenas disfrutó de su niñez por su forma de ser, y sobre todo, una chica a la que no le dejaron disfrutar de la adolescencia.

Es todo muy contradictorio. Siendo niña desarrollé unas capacidades de responsabilidad, formalidad, comportamiento... propias de un ser adulto y viví una infancia en la que yo misma, inconscientemente, reprimí el comportamiento propio de una niña de mi edad. Pero, cuando llegué a la adolescencia, mi entorno, en especial mi familia, quiso sobreprotegerme de tal manera que tampoco me permitieron comportarme como una adolescente; esto generó un conflicto muy grande en mí, y de cuando en cuando, me rebelaba, pero no como lo haría una joven normal, sólo contra mis padres o mis mayores, si no sobre todo contra mí, haciéndome daño a mí misma, viviendo siempre en un permanente conflicto conmigo, en una dualidad que a punto ha estado de costarme mi salud mental.

Como digo, la terapia con la psicóloga, tanto la individual como la colectiva, están siendo de gran ayuda, y aunque soy consciente de que aún queda un trayecto por recorrer, ahora sé que estoy en el buen camino, poco a poco vuelvo a tener ganas de disfrutar, de sonreír, de salir... aunque me cueste esfuerzo y me lo tenga que repetir a diario.

Y, desde luego, sin el apoyo de los que me rodean, esto nunca hubiera sido posible. Mi recuperación también tengo que agradecérsela a mi familia, en especial a mi madre, a mi pareja, a mis amigos, especialmente a Chelo, a Javi, a Mari, a mis nuevos amigos del grupo de terapia, a los que me han dado su apoyo y su comprensión, y a este blog que me permite verter casi todo aquello que llevo dentro.

¡ Muchas gracias !


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