UN LUGAR PARA SOÑAR

UN LUGAR PARA SOÑAR
puesta de sol en la Alhambra

domingo, octubre 29, 2006

La máquina del tiempo

La otra noche, sin venir a cuento, recordé una obra de teatro que interpretamos hace un montón de años; me vi en el escenario caracterizada como una anciana, ni mi propia familia fe capaz de reconocerme, leyendo con dificultad un periódico en el prólogo de una obra de Jardiel Poncela en la que hacía dos papelitos. No recordaba aquello desde hacía años, pero evoqué la sensación que tenía en aquel escenario, desde el que no era capaz de ver a nadie, aunque sabía que cientos de miradas estaban puestas en mí, la seguridad, la ilusión cuando oyes los aplausos, la satisfacción del trabajo bien hecho... Fue una época maravillosa, y sobre todo, lo que más me gustaba era la cantidad de actividades que era capaz de llevar a cabo a la vez en aquel entonces sin notar fatiga. Solo ilusión y ganas.
Me encantaría poder volver a tener toda aquella energía, tanta fuerza, tantas ganas. Ojala pudiera volver atrás para poder vivir nuevamente todos esos momentos.
Los buenos momentos fueron los que pasaron más rápidamente, se escaparon entre los dedos como el agua cuando intentas abarcarla con las manos: eres incapaz de retenerla por más que lo intentas, y finalmente en las manos sólo te queda la humedad, como un recuerdo de lo que fue.
Siempre he tenido un fantasía: poder manejar el tiempo, poder dar marcha atrás para revivir aquellos momentos que merecieron la pena y evitar aquellas experiencias que no fueron tan agradables o que terminaron en errores que más tarde he tenido que lamentar. Sería maravilloso poder contar con una segunda oportunidad, volver a retomar tu vida en el momento por ti elegido, disfrutar de nuevo de todo aquello que hoy recuerdas con felicidad y evitar aquellas decisiones que hoy sabes que fueron erróneas.
Por desgracia la máquina del tiempo no existe, nadie puede volver a su pasado para enfrentarse de nuevo a las alternativas que dejó escapar, no hay una segunda oportunidad para la vida.
Atrasamos o adelantamos los relojes según nuestra conveniencia, pero no nos damos cuenta de que realmente nosotros no dominamos el tiempo, sólo podemos contarlo, pero el tiempo pasa, y como dice Bebé, corre en patines cuesta abajo y no tiene freno.
Las máquinas del tiempo, hoy por hoy, sólo existen en la imaginación, y tal vez sea así mejor. Será mejor intentar disfrutar el momento e intentar aprender algo de lo vivido en el pasado.

1 comentario:

Enrique Gallud Jardiel dijo...

Muchas gracias por su referencia a mi abuelo.