UN LUGAR PARA SOÑAR

UN LUGAR PARA SOÑAR
puesta de sol en la Alhambra

martes, octubre 17, 2006

Buenos dïas tristeza



La vida no es tan idílica como nos la muestran en las películas, ni tan fascinante como nos hacen creer en las novelas, ni si quiera tan interesante como la soñamos en la niñez y en la juventud. No, la vida, al menos la mía, no resulta atractiva.

Según van pasando los años, me da más la impresión que somos como plantas, como cualquier otro ser vivo de la creación, que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. En eso consiste nuestra vida, y para llevar a cabo todo ese proceso nos inventamos situaciones que nos hacen más llevadero el proceso, pero son sólo ilusiones, pequeños instantes de felicidad que hay que saber atrapar para poder vivir.

Por desgracia, yo no sé conformarme con esas ilusiones, no sé atrapar esos pequeños instantes de felicidad, y le pido más a la vida, algo que no me sabe dar. A lo largo del tiempo he ido perdiendo las ilusiones, porque no se puede creer en ellas, son personajes ficticios creados por nuestra imaginación, y como tal, no tienen defectos. Sin embargo, cuando haces realidad alguna de esas ilusiones, la cruda realidad te golpea de frente mostrándote la cara menos simpática, la que no habías programado.

Dicen de mí que soy sensible e inteligente, si es así, ¿ por qué no soy capaz de ser feliz como los demás?, ¿por qué no sé explicar qué le falta a mi vida, qué es eso que anhelo pero que encoje mi alma y me hace llorar y estar tan triste?, ¿por qué no puedo dejarme llevar como los demás?

Ayer estaba bien, mi voz sonaba cantarina, y de hecho fui capaz de convencer a través del teléfono a catorce personas de que me encontraba bien, serena y moderadamente feliz. Sin embargo, por la noche me encontré tumbada en la cama, oyendo como la lluvia golpeaba suavemente los cristales, con la mirada fija sobre el techo de mi habitación mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas hasta la almohada sin poder hacer nada por evitarlo. No sé en qué momento, ni por qué resorte la tirita que cubre y sujeta las heridas de mi alma se desprendió, y la angustia y la pena se adueñaron de mí. ¿Cuando seré capaz de controlar esta desazón? ¿Acaso estoy obligada a convivir toda la vida con la señorita tristeza?

Sólo espero que esta angustia desaparezca pronto y que la sonrisa aparezca natural de nuevo en mi rostro, y recuperar las ganas de tener ilusiones, por pequeñas que estas sean, que me permitan continuar en el camino de la vida.

Señorita tristeza, ¿sería usted tan amable de desaparecer de mi vida y permitir la llegada de las señoritas esperanza e ilusión?

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