UN LUGAR PARA SOÑAR

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puesta de sol en la Alhambra

miércoles, julio 20, 2011

La España de hoy y la España de Felipe IV (validos, dementes y genios incluídos)

España no está sólo en crisis, está en decadencia. Más allá de los problemas económicos, que innegablemente existen y son de gran magnitud, el país y la sociedad están en franca decadencia, decepcionados, desilusionados, sin aspiraciones, embrutecidos y alienados. Sabemos que todo está mal, pero seguimos esperando a que de alguna manera, casi mágica, volvamos a vivir como unos años atrás, despreocupados y felices, aunque todo fuera una gran mentira de la que ahora tenemos que pagar también las consecuencias.

El momento actual, y nuestro pasado más reciente, me recuerdan mucho a la época de Felipe IV, salvando las distancias, claro. En el momento actual no tenemos una hegemonía política exterior que perder, porque prácticamente desde entonces, no se recuperó. De hecho, somos un país sin apenas voz ni voto en el concierto internacional, y, el espejismo de hace una década, no solamente se ha disuelto devolviéndonos a la realidad, además nos ha dejado en posiciones mucho más retrasadas y a merced de la "caridad" de nuestros socios. En cuanto a la política interior, las malas gestiones de Olivares llevaron a la secesión del Principado de Cataluña, la sublevación de Portugal y la pérdida del Rosellón, la Cerdeña y los Países Bajos, y mientras, en la España de las Autonomías, el descontrol financiero, las ansias de autonomía y la permisión de ciertos partidos políticos no sabemos a dónde nos conducirá. Tampoco se puede echar la culpa a la mala gestión de los validos, porque a diferencia del siglo XVII, vivimos en una democracia, y somos nosotros, o eso nos creemos, los que elegimos a nuestros representantes para que dirijan el estado...

El reinado del Austria se caracterizó por los validos y por la corrupción, y de esto último, en el momento actual, tenemos de sobra. Da igual a donde miremos, porque prácticamente todas las instituciones están bajo sospecha, cuando no confirmada la corruptela. Y, aún así, ahí siguen, anclados a la silla del poder, y sin devolverle al pueblo lo que le han quitado.

Otro paralelismo evidente es la gran crisis económica que vivimos, que como ocurrió durante el reinado de Felipe IV, se dejó también sentir en Europa, pero en España tiene una repercusión mucho mayor y de la que no sabemos salir, porque, una vez que la burbuja del ladrillo explotó, no tenemos recursos ni industrias que nos puedan sacar a flote. Durante el reinado de áquel España hubo de afrontar cuatro bancarrotas reales, ¿cuántas deberemos soportar nosotros? Nos hablarán de prima de riesgo, deuda internacional, refinanciación de la deuda, rescate europeo... pero nos están hablando de lo mismo, aunque con otras palabras y de manera más compleja.

El reinado de Felipe IV está innegablemente unido a la pintura del maestro Velázquez, que supo retratar a aquella corte de decadentes, arribistas, tarados, enanos, bufones, idiotas, monstruos deformes y demás personajes que poblaban aquella corte, pero también supo plasmar a los otros personajes de la época sin oropel ni lujo, en las Hilanderas, Vieja friendo Huevos o El Aguador de Sevilla.
En nuestra época no tenemos un pintor de cámara, y mucho menos un maestro como Velázquez, pero, tenemos unas televisiones plagadas de bufones y monstruos de toda índole, de personajes vacíos de contenido pero que llenan horas de televisión; de títeres vociferantes en manos de oscuros y poderosos directivos.

La época de Felipe IV, y en general, el final de los Austria, pasó a la historia como el Siglo de Oro Español, no solo en la pintura, sobretodo en la literatura, porque, en los momentos de mayor crisis y decadencia de un país es cuando destacan unos genios que, teniendo verdadera conciencia de la decadencia social en la que viven, salvan todos los obstáculos y crean verdaderas obras maestras en las que ponen de relieve con toda su crudeza el momento en el que viven sin que los poderosos, que se creen más listos que ellos, se den cuenta de que son ellos mismos a quienes están denostando y retratando en esas obras, y que están emitiendo pensamientos e ideas que nadie desearía escuchar.
Tal vez, en el futuro, vivamos nuevamente una explosión cultural a consecuencia de nuestro momento, tan importante como la del siglo XVI, pero yo no la atisbo. Sin embargo, vivimos un "momento deportivo de oro" de unos años a esta parte, con los triunfos españoles individuales y colectivos en el fútbol (el gran aglutinador de la masa), en tenis, ciclismo, baloncesto, motociclismo, , natación sincronizada, automovilismo... triunfos que consiguen hacer una terapia colectiva y que por unos momentos nos olvidemos de la depresión nacional en la que estamos sumidos y nos sintamos orgullosos de pertenecer a este país, estado, nación llamado España, y que saquemos pecho y ondeemos alegremente la bandera sin temor a que nadie nos tache de nada. Desde luego, los eruditos dirán que el deporte en nada es comparable a la literatura, la pintura o cualquier otra manifestación artística, pero cualquier deportista encarna en sí las cualidades que podrían hacernos salir del momento de declive en el que vivimos: esfuerzo, energía, lucha personal, autoestima, autocontrol, compañerismo, capacidad de superación, constancia, juego limpio, organización... valores que si todos desarrollasemos y extrapolasemos a nuestro ámbito nos ayudarían a vivir mejor y a hacer de nuestro mundo algo un poco mejor.

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