Se acabó lo que se daba; ya estoy de vuelta.
Me está costando mucho adaptarme de nuevo a la rutina, a esta ciudad, al otoño, a todo, pero no se puede vivir continuamente de espaldas a la realidad.
Además, incluso en la burbuja artificial las lágrimas y la desilusión han hecho su aparición. Hay cosas de las que una, por más que quiera, no es capaz de huir.
Bueno, hay que volver a la realidad, al trabajo, a los quehaceres diarios. Hay cientos de historias pendientes de ser creadas, muchas anécdotas que quieren ser contadas, algunas noticias que merecen ser analizadas, viajes, rutas y escapadas que quiero compartir, y cuanto antes empiece, más fácil será.
Adiós arena, adios olas, hasta pronto mar.
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