Tengo la casa llena de pétalos de margarita, pero sigo igual. Cada margarita me dice una cosa diferente. Si le pregunto si me quiere, una me dice sí y la otra me dice no; si le pregunto si quiero yo, una me dice sí y la otra también; si pregunto si puedo querer, la margarita me contesta que no, insisto y me dice que sí, vuelvo a insistir y me dice que no.
Las margaritas tampoco me han solucionado el dilema, mi cabeza sigue caliente y no es lo único que echa humo.Tengo las neuronas, las hormonas y las feromonas totalmente revolucionadas, pero como si nada. Hay quien pasa de todo y no se entera y quien hace como que no se entera; quien puede no quiere, quien quiero no puede.
Tendré que pedir más ayuda... pero las margaritas no me han servido de nada.
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